La infancia cree aquello
que se le cuenta y no lo pone en duda. Cree que coger una rosa puede atraer
desgracias a una familia. Cree que las manos de una bestia humana cuando mata
empiezan a humear y que esa bestia se avergüenza de ello cuando una joven
habita en su casa. Cree mil y una cosas realmente ingenuas.
Yo os pido un poco de esa
ingenuidad y, para que todos tengamos suerte, dejadme deciros cuatro palabras
mágicas, el verdadero “Ábrete Sésamo” de la infancia: había una vez…
Jean Cocteau.
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