Ya no sé si es simplemente voracidad recaudatoria, empeño extremo por mercantilizar todo lo que huela a cultura o un paso más en la campaña: pague usted hasta por respirar. ¿Cuánto tiempo falta para que tengamos que pagar por leer nuestros propios libros, o incluso algún párrafo suelto, una segunda vez…?
Os enlazo el interesante artículo de José Luis Sampedro Por la lectura, y la web de la campaña.
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