sábado, 3 de marzo de 2007

Por un mar interior

Una necesidad tan constante como inconsciente en nosotros es el encuentro de nuestra identidad, el encuentro de un yo que poder reconocer, que poder nombrar, que poder de alguna manera definir y que nos defina.
Así como en el espacio físico necesitamos un hogar al que volver, en nuestro espacio psicológico y mental, en ese paraje que más poéticamente (y por ello para mí más cierto) podríamos llamar alma, necesitamos un lugar a donde retornar de manera constante, para desde el y a través de el, encontrar esa identidad ansiada y huidiza. Necesariamente esa identidad anímica habrá de ser subjetiva, pero ¡ay de nosotros! si tuviésemos que contentarnos con reconocernos a través de los sentidos, las acciones y las inclinaciones de nuestra alma. ¡Con cuanta dificultad abrimos los ojos de nuestro interior! ¡Qué borrosas, que inconsistentes son las visiones que acertamos a obtener¡ Es difícil pues que ese espacio donde se expresa nuestra identidad sea enteramente propio, necesitamos asentarlo, a través de actividades que nos definan, aficiones, responsabilidades, posesiones que cuidar, todas ellas espejos donde ver un reflejo de nosotros mismos, lienzos donde la vida trace imágenes donde poder reconocernos.
No es nuestra alma la que traza en el lienzo de la vida los paisajes y caminos por los que discurren nuestros sueños y aspiraciones, sino que poseídos por las imágenes que la vida nos presenta, olvidamos las aspiraciones íntimas que debieran sustentarlas y en su confusión añoramos nuestra alma perdida.

¡Ah, Wang Fo! ¿Cómo bogar en tu barca? ¿Como navegar en ese mar interior donde se ahoga quien todo quiere poseer? Aspirar la belleza, íntima y profundamente, sin lastrar nuestros pasos con la codicia de la posesión. Ser justos sin mendigar reconocimiento, fieles a la verdad sin buscar la aprobación. Ser naturalmente bueno sin depender de la confianza demostrada. Encontrar la serenidad que no dependa de la satisfacción emocional y la seguridad que no requiera de un contrario que convencer.

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